Historia y
anécdotas para contar.
Era la tarde del 1 de septiembre de 1980. Fidel Castro acababa
de pronunciar un trascendental discurso, luego de asistir al acto de inauguración de un nuevo centro
científico al sur de la antigua provincia de La Habana hoy Mayabeque. Terminado
el acto Fidel le pide a la Dra. Rosa Elena Simeón Negrín,
directora fundacional del centro, que esta le acompañe en su regreso a Palacio luego
de inaugurar oficialmente el Centro Nacional de Salud Animal (CENSA) en sus nuevas instalaciones en las
inmediaciones del municipio de San José
de las Lajas. Rosa Elena Simeón llegaría a convertirse en presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba años mas tarde y luego estuvo al frente del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente. Rosa hizo de su lealtad a Fidel una conducta. Quizas como ningun otro científico de la epoca, interpretó tan cabalmente el pensamiento cientifico de Fidel Castro.
Fidel había proyectado sus primeras declaraciones públicas
sobre la obra que se venía gestando en
1979, un año antes, un 12 de febrero en una plenaria de ganadería.
La obra todavía era un sueño en vías de realizarse. El proceso constructivo de
la obra civil se había iniciado en 1971.
El día que fue inaugurado el centro, ya entrada la noche y justo al pie del edificio del Comité Central del PCC en la
Plaza de la Revolución “José Martí”, antes de despedirse, Fidel sella su conversación, se vuelve hacia
Rosa y le comenta: “le dices al compañero de la patilla que cuide el espíritu
proletario de sus trabajadores”. Se
refería Fidel al Dr. Carlos Gutiérrez
investigador entonces del CENSA y primer secretario del Comité del PCC en el centro,
compañero del cual aún no tenía retenido su nombre pues acababa de
conocerle. Aquella tarde durante el
recorrido por las instalaciones Fidel había dialogado con investigadores y
especialistas y dentro de ellos con Carlos quien se desempeñaba como
investigador en el área de morfogenetica, valioso profesional que luego sería
el director del CENIC por más de 25 años.
Aquella tarde
memorable Fidel Castro líder indiscutible de la Revolución y principal gestor de la idea de crear un centro como el CENSA, había pronunciado un discurso brillante en la
ocasión coincidente con el inicio del curso escolar 80-81 y en él delineó los objetivos que ya se venían
cumpliendo precisamente por indicaciones del propio comandante en jefe, quedando para la posteridad fotos de aquellas primeras orientaciones documentadas dadas
en fecha tan temprana como en Octubre de 1970, (foto 0) más nuevas ideas que a
raudales se proyectaban como sueños mientras discursaba aquella tarde. Es que
Fidel había encontrado en el naciente Centro Nacional de Salud Animal que aún
no se le conocería como de Salud Agropecuaria, un espíritu nuevo, por ello sus palabras precisas: “y por eso un
día como hoy, el más ferviente deseo que podemos expresar es que siempre entre
los científicos de este centro prevalezca el espíritu proletario…” Mucho le había impresionado la conducta de aquellos
trabajadores.
El CENSA comenzó a
gestarse en una elegante residencia de Miramar, vivienda
abandonada por sus moradores luego de migrar a los EEUU casi al triunfo de la Revolución.
Era una casa bien ubicada frente al CENIC que fue adaptada a tal propósito y
allí se formó y se consolidó la futura institución científica llamándose entonces Departamento de
Investigaciones Pecuarias (DIP) adscripto al CENIC.
Fidel desde los inicios del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, desde el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y desde cualquier tribuna o momento reflexivo, fue delineando sus sueños de alcanzar un desarrollo científico agropecuario para Cuba. Ya había tenido lugar en los primeros años el éxodo masivo hacia los Estados Unidos de profesionales de todas las especialidades, principalmente de la Salud Humana. No existían en el país instituciones científicas consolidadas que abordaran investigaciones en el campo de la Salud Animal, en las Ciencias Agropecuarias, de manera que el concibió la idea de desarrollarla llevando a la misma la experiencia y los propósitos que ya se venían alcanzando en las Ciencias Médicas. Por ello apostó a los jóvenes médicos humanos que se graduarían en 1969 y les habló. En la foto tomada en enero de ese año (foto 1) dialoga en el anfiteatro del CENIC con los jóvenes seleccionados. Fidel siempre ha confiado en los jóvenes y no ha existido proyecto o empresa concebido por el, donde la fuerza principal no estuviera represantada por jovenes. Sobradas experiencias están documentadas.
Fidel desde los inicios del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, desde el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y desde cualquier tribuna o momento reflexivo, fue delineando sus sueños de alcanzar un desarrollo científico agropecuario para Cuba. Ya había tenido lugar en los primeros años el éxodo masivo hacia los Estados Unidos de profesionales de todas las especialidades, principalmente de la Salud Humana. No existían en el país instituciones científicas consolidadas que abordaran investigaciones en el campo de la Salud Animal, en las Ciencias Agropecuarias, de manera que el concibió la idea de desarrollarla llevando a la misma la experiencia y los propósitos que ya se venían alcanzando en las Ciencias Médicas. Por ello apostó a los jóvenes médicos humanos que se graduarían en 1969 y les habló. En la foto tomada en enero de ese año (foto 1) dialoga en el anfiteatro del CENIC con los jóvenes seleccionados. Fidel siempre ha confiado en los jóvenes y no ha existido proyecto o empresa concebido por el, donde la fuerza principal no estuviera represantada por jovenes. Sobradas experiencias están documentadas.
El paso al frente fue
dado por varios cientos de jóvenes que estaban
a punto de graduarse de médicos, de los cuales clasificaron por sus altos
rendimientos e integralidad alrededor de
80, mientras en paralelo se gestaba la concepción del nuevo
centro. En concordancia en enero de 1969
viajaba una comisión de trabajo a 9 países
de Europa la cual visitó 41 instituciones científicas con el propósito
de apropiarse de lo último en
tecnologías en el ramo y construcciones de instalaciones científicas para
lograr un proyecto funcional, moderno y eficiente para nuestro país. En el
CENIC, centro nodriza de la ciencia cubana, en largas jornadas Fidel y el
núcleo fundacional de colaboradores fueron
modelando aquel proyecto revolucionario.
Se destaca en esa cronología el martes
14 de enero de 1969 (foto 2, 3,4,5,6) cuando tiene lugar la microlocalización
del área donde se construiría el centro.
Según testigos de la época, cuentan que las primicias de las primeras ideas
surgieron durante un cumpleaños de
Chomi, el Dr. José Miyar Barrueco en visita de Fidel a su casa.
Fidel caminaba de un lado a otro, reflexionaba en voz alta, dialogaba con un grupo de colaboradores, soñaba y aun tiempo delineaba la génesis de lo que sería el CENSA y mientras esto hacía Chomi tomaba nota. El doctor Miyar Barrueco jugo un papel decisivo como ayudante personal y cercano colaborador del compañero Fidel en aquellos años de creación.
Fidel caminaba de un lado a otro, reflexionaba en voz alta, dialogaba con un grupo de colaboradores, soñaba y aun tiempo delineaba la génesis de lo que sería el CENSA y mientras esto hacía Chomi tomaba nota. El doctor Miyar Barrueco jugo un papel decisivo como ayudante personal y cercano colaborador del compañero Fidel en aquellos años de creación.
Hoy, al paso del tiempo todo es historia, pero habrá siempre un
recuerdo agradecido para los jóvenes médicos que renunciaron a sus profesiones
y se dedicaron a transitar la empinada cuesta de desarrollar investigaciones
científicas, profundas, fundamentales y
aplicadas para tributar al necesario desarrollo ganadero del país. Más que la
vocación profesional de aquellos educandos, primó en aquellas circunstancias la vocación altruista de revolucionarios
verdaderos. Persuadir, convencer, motivar. Palabras claves que unido al
prestigio histórico del líder de la revolución compulsó a aquella generación de
jóvenes.
El día de la
inauguración del centro, Fidel recorrió
las nuevas instalaciones acompañado de
Rosa Elena y un grupo de invitados a la
tribuna y al acto (foto 7). Afuera el
pueblo de la localidad, los trabajadores
y familiares, sentados todos en una improvisada explanada acondicionada por
la ocasión, esperaban la llegada de
Fidel. En las últimas horas se había
librado una literal batalla de higienización y acabado de la obra con la participación de todos sus
trabajadores. Cuentan que la noche previa nadie durmió.
¡Fidel, Fidel Fidel!...subía el comandante a la tribuna y una
vez más, expectantes, un pueblo atento
se hacía eco de aquel proyecto. Vendrían luego verdaderas contiendas utilizando la ciencia como armas. La fiebre
porcina africana y el moho azul del
tabaco, fueron de las primeras batallas donde el CENSA estuvo en primera línea de
combate. Sin embargo habría que destacar que desde fecha bien temprana en Abril
de 1969 se le asignaron misiones de estudio e investigación a los primeros
científicos comprometidos con el proyecto: Los problemas del rumen del ganado vacuno, las patologías
exóticas de ese ganado, la reproducción bovina
y la mortalidad del ternero, así como la genética bovina. En todo ello se trabajó con sentido
multidisciplinario.
Refieren testigos de aquella generación de jóvenes
científicos que la primera de todas las misiones dadas por Fidel fue el
abordaje de una problemática aparecida en un semental del Centro de
Inseminación Artificial “Rosafe Signet”. El director del CENIC en esa época, el
Dr. Wilfredo Torres, “el profe” como cariñosamente lo nombraba aquella
generación de jóvenes científicos nucleados en torno a él, asignó la misión a un selecto equipo de
trabajo donde estaba y se iniciaba la joven investigadora la Dra. Rosa
Elena Simeón Negrín. Hacia 1971 los
trabajos de virología y cultivo de tejidos se realizaban dentro del laboratorio
de igual nombre en el CENIC. Rosa Elena era aún investigador con categoría de
agregado y el jefe del Departamento era el doctor Gustavo Kouri también prestigioso
científico que años más tarde sería el director del Instituto de Medicina
Tropical “Pedró Kouri. En ese
laboratorio de virología y cultivo de tejidos se llevaron a cabo los trabajos
de diagnóstico y seguimiento virológico de la Fiebre Porcina Africana. Un
equipo de mujeres y hombres que trabajaron con desvelo y abnegación y que muchos de ellos pasarían luego a integrar la
huestes de trabajadores del CENSA en
igual especialidad.
Así, al paso del tiempo, en 1981 al CENSA se le incorporarían
nuevos objetivos: investigaciones en el campo de la Sanidad Vegetal
fundamentalmente investigaciones y servicios referidos a enfermedades exóticas
y cuarentenadas de los cultivos de interés económicos. En su discurso inaugural Fidel revelaría que
ya concebía la idea de construir un centro como el CENSA destinado específicamente
a la Sanidad Vegetal. La capacidad
instalada, sus medios y áreas de trabajo aconsejó y permitió, a sugerencia de
Rosa Elena, que el CENSA incorporara la actividad de Sanidad Vegetal en sus
inicios como un día el CENIC había hecho con el propio CENSA, idea que aprobó el comandante. El
tiempo demostró que no era necesaria una
construcción adicional, por ello luego de incorporados los trabajadores a esta rama, el centro
comenzó a funcionar de manera estable y a nombrarse como Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria
pero con la misma sigla: CENSA.
Posteriormente una de
aquellas noches, en una de las visitas que hiciera el comandante al CENSA, Rosa Elena le formuló un deseo a Fidel: que este escribiera
de su puño y letra una frase sentencia y pronostico del futuro del país en su
avance científico, formulada como idea, como concepto, uno de tantos premonitorios sueños de Fidel,
frase pronunciada en un discurso en fecha tan
temprana como 1960. Fidel le pregunta a Rosa de que frase se
trataba y Rosa, a solicitud de este le
dicta la misma, mientras Fidel en hoja
en blanco y con plumón escribe y rubrica lo que había dicho hacía más de 20
años , quedando registrada fotográficamente (foto 8) para la historia la emblemática frase que acompaña
a no pocas actividades científicas en nuestro país: “El futuro de nuestra Patria
tiene que ser necesariamente un futuro
de hombres de ciencia”. La frase original pronunciada en el
discurso incluía también: "de hombres de pensamiento", pero al dictarla fue omitida involuntariamente aquella noche.
Incontables los resultados importantes obtenidos a lo largo del tiempo transcurrido. Como
expresión suprema de la estrecha relación que guarda la Salud Animal y Vegetal
con la Salud Humana es quizás el producto estandarte del CENSA el SURFACEN, el
resultado de mayor repercusión e impacto social alcanzado hasta hoy, por lo que
representa para la seguridad de vida de los niños que nacen con el distress respiratorio o síndrome de dificultad respiratoria del recién nacido, causa principal de la muerte de neonatos. Si
fuese el SURFACEN el único resultado aportado por esta institución a lo largo
de estos años, las vidas salvadas y por salvar de nuestro niños y otros en el
mundo han pagado ya con creces todos los sacrificios hechos por Cuba al erigir
la obra revolucionaria de un centro como este.
El CENSA, sueño del líder
indiscutible y obra de revolución y en evolución, cumplió en el 2014 sus
primeros 45 años de trabajo, resultados y victorias de las ciencias
agropecuarias.
Durante estos algo más de cuatro lustros el CENSA acumula 29
órdenes “Carlos J Finlay” y de ellas la de su propio colectivo laboral e
institución. Orgullo de generaciones de profesionales y obreros de la ciencia que continuarán trabajando en la firme convicción de preservar siempre aquel espíritu nuevo, aquel espíritu proletario que un día percibiera en ellos el compañero Fidel. Lo visualizó entonces, se hizo realidad
presente y será siempre un valor esencial
e irrenunciable de nuestro centro.
José A. Buergo Rodríguez
José A. Buergo Rodríguez
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