jueves, 8 de enero de 2015

Fidel y Rosa Elena en el CENSA.



Historia y anécdotas para contar.

Era la tarde del 1 de septiembre de 1980. Fidel Castro acababa de pronunciar un trascendental discurso, luego de asistir  al acto de inauguración de un nuevo centro científico al sur de la antigua provincia de La Habana hoy Mayabeque. Terminado el acto Fidel   le pide a la Dra. Rosa Elena Simeón Negrín, directora fundacional del centro, que esta le acompañe en su regreso a Palacio luego de  inaugurar oficialmente  el Centro Nacional de Salud  Animal (CENSA)  en sus nuevas instalaciones en las inmediaciones del municipio de  San José de las Lajas. Rosa Elena Simeón llegaría a convertirse en presidenta de la Academia de Ciencias  de Cuba años mas tarde y luego estuvo al frente del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente.  Rosa hizo de su lealtad a Fidel una conducta. Quizas como ningun otro científico de la epoca, interpretó tan cabalmente el pensamiento cientifico de Fidel Castro.

Fidel había proyectado sus primeras declaraciones públicas sobre la obra que se venía gestando  en 1979, un  año antes,  un 12 de febrero en una plenaria de ganadería. La obra todavía era un sueño en vías de realizarse. El proceso constructivo de la obra civil se había iniciado en 1971.

El día que fue inaugurado el centro, ya entrada  la noche y justo al pie del  edificio del Comité Central del PCC en la Plaza de la Revolución “José Martí”, antes de despedirse,  Fidel sella su conversación, se vuelve hacia Rosa y le comenta: “le dices al compañero de la patilla que cuide el espíritu proletario de sus trabajadores”.  Se refería Fidel al  Dr. Carlos Gutiérrez investigador entonces del CENSA y primer secretario del Comité del PCC en el centro, compañero  del cual aún  no tenía retenido su nombre pues acababa de conocerle.  Aquella tarde durante el recorrido por las instalaciones Fidel había dialogado con investigadores y especialistas y dentro de ellos con Carlos quien se desempeñaba como investigador en el área de morfogenetica, valioso profesional que luego sería el director del CENIC por más de 25 años. 

Aquella tarde memorable Fidel Castro líder indiscutible de la Revolución  y principal gestor  de la idea de crear un centro como el CENSA,  había pronunciado un discurso brillante en la ocasión coincidente con el inicio del curso escolar 80-81  y en él  delineó los objetivos que ya se venían cumpliendo precisamente por indicaciones del propio comandante en jefe,   quedando para la posteridad  fotos de aquellas primeras orientaciones documentadas dadas en fecha tan temprana como en Octubre de 1970, (foto 0) más nuevas ideas que a raudales se proyectaban como sueños mientras discursaba aquella tarde. Es que Fidel había encontrado en el naciente Centro Nacional de Salud Animal que aún no se le conocería como de Salud Agropecuaria, un espíritu nuevo,  por ello sus palabras precisas: “y por eso un día como hoy, el más ferviente deseo que podemos expresar es que siempre entre los científicos de este centro prevalezca el espíritu proletario…” Mucho le había impresionado la conducta de aquellos trabajadores.

El CENSA comenzó a gestarse en una elegante residencia de Miramar, vivienda abandonada por sus moradores luego de  migrar a los EEUU casi al triunfo de la Revolución. Era una casa bien ubicada frente al CENIC que fue adaptada a tal propósito y allí se formó y se consolidó la futura institución científica  llamándose entonces Departamento de Investigaciones Pecuarias (DIP) adscripto al CENIC.   
Fidel desde los inicios del triunfo  revolucionario del 1 de enero de 1959, desde el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA)  y desde cualquier tribuna  o momento reflexivo, fue delineando sus sueños de alcanzar un desarrollo científico agropecuario para Cuba.  Ya había tenido lugar en los primeros años el éxodo masivo hacia los Estados Unidos de profesionales de todas las especialidades,  principalmente de la Salud Humana. No existían en el país instituciones científicas consolidadas que abordaran investigaciones en el campo de la Salud Animal, en las Ciencias Agropecuarias,  de manera que el concibió la idea de desarrollarla llevando a la misma la experiencia y  los propósitos que ya se venían alcanzando en las Ciencias Médicas. Por ello apostó a los jóvenes médicos humanos que se graduarían en 1969 y les habló. En la foto tomada en enero de ese año (foto 1) dialoga  en el anfiteatro del CENIC con los jóvenes seleccionados. Fidel siempre ha confiado en los jóvenes y no ha existido proyecto o empresa concebido por el, donde la fuerza principal no estuviera represantada por jovenes. Sobradas experiencias están documentadas.

El paso al frente fue dado por varios cientos  de jóvenes que estaban a punto de graduarse de médicos, de los cuales clasificaron por sus altos rendimientos e integralidad  alrededor de 80, mientras  en paralelo se gestaba la concepción del nuevo centro.  En concordancia en enero de 1969 viajaba una comisión de trabajo a 9 países  de Europa la cual visitó 41 instituciones científicas con el propósito de  apropiarse de lo último en tecnologías en el ramo y construcciones de instalaciones científicas para lograr un proyecto funcional, moderno y eficiente para nuestro país. En el CENIC, centro nodriza de la ciencia cubana, en largas jornadas Fidel y el núcleo fundacional de colaboradores  fueron  modelando aquel proyecto revolucionario. Se destaca en esa cronología  el martes 14 de enero de 1969 (foto 2, 3,4,5,6) cuando tiene lugar la microlocalización del área donde se construiría el centro.  
Según  testigos de la época,  cuentan que las primicias de las primeras ideas surgieron durante un cumpleaños de Chomi, el Dr. José Miyar Barrueco  en  visita de Fidel a su casa.
Fidel  caminaba de un lado a otro, reflexionaba en voz alta, dialogaba con un grupo de colaboradores,  soñaba y aun tiempo delineaba la génesis de lo que sería el CENSA y mientras  esto hacía Chomi tomaba nota. El doctor Miyar Barrueco jugo un papel decisivo como ayudante personal  y cercano colaborador del compañero Fidel en aquellos años de creación. 

Hoy, al paso del tiempo  todo es historia, pero habrá siempre un recuerdo agradecido para los jóvenes médicos que renunciaron a sus profesiones y se dedicaron a transitar la empinada cuesta de desarrollar investigaciones científicas,   profundas, fundamentales y aplicadas para tributar al necesario desarrollo ganadero del país. Más que la vocación profesional de aquellos educandos, primó en aquellas circunstancias  la vocación altruista de revolucionarios verdaderos. Persuadir, convencer, motivar. Palabras claves que unido al prestigio histórico del líder de la revolución compulsó a aquella generación de jóvenes.  

El día de la inauguración  del centro, Fidel recorrió las nuevas instalaciones  acompañado de Rosa Elena y un grupo de invitados a la tribuna y al acto (foto 7).  Afuera el pueblo de la localidad,  los trabajadores y familiares,  sentados todos  en una improvisada explanada acondicionada por la ocasión,  esperaban la llegada de Fidel.  En las últimas horas se había librado una literal batalla de higienización y acabado de  la obra con la participación de todos sus trabajadores. Cuentan que la noche previa nadie durmió. 


¡Fidel, Fidel Fidel!...subía el comandante a la tribuna y una vez más, expectantes,  un pueblo atento se hacía eco de aquel proyecto. Vendrían luego verdaderas contiendas  utilizando la ciencia como armas. La fiebre porcina africana  y el moho azul del tabaco, fueron de las  primeras  batallas  donde el CENSA estuvo en primera línea de combate. Sin embargo habría que destacar que desde fecha bien temprana en Abril de 1969 se le asignaron misiones de estudio e investigación a los primeros científicos comprometidos con el proyecto: Los problemas del rumen del ganado vacuno, las patologías exóticas de ese ganado, la reproducción bovina  y la mortalidad del ternero, así como la genética bovina. En todo  ello se trabajó con sentido multidisciplinario.

Refieren testigos de aquella generación de jóvenes científicos que la primera de todas las misiones dadas por Fidel fue el abordaje de una problemática aparecida en un semental del Centro de Inseminación Artificial “Rosafe Signet”. El director del CENIC en esa época, el Dr. Wilfredo Torres, “el profe” como cariñosamente lo nombraba aquella generación de jóvenes científicos nucleados en torno a él,  asignó la misión a un selecto equipo de trabajo donde estaba y se iniciaba la joven investigadora  la Dra. Rosa Elena Simeón Negrín.  Hacia 1971 los trabajos de virología y cultivo de tejidos se realizaban dentro del laboratorio de igual nombre en el CENIC. Rosa Elena era aún investigador con categoría de agregado y el jefe del Departamento era el doctor Gustavo Kouri también prestigioso científico que años más tarde sería el director del Instituto de Medicina Tropical “Pedró Kouri.  En ese laboratorio de virología y cultivo de tejidos se llevaron a cabo los trabajos de diagnóstico y seguimiento virológico de la Fiebre Porcina Africana. Un equipo de mujeres y hombres que trabajaron con desvelo y abnegación y que muchos de ellos pasarían luego a integrar la huestes de trabajadores del CENSA en  igual especialidad.  

Así, al paso del tiempo, en 1981 al CENSA se le incorporarían nuevos objetivos: investigaciones en el campo de la Sanidad Vegetal fundamentalmente investigaciones y servicios referidos a enfermedades exóticas y cuarentenadas de los cultivos de interés económicos.    En su discurso inaugural Fidel revelaría que ya concebía la idea de construir un centro como el CENSA destinado específicamente a la Sanidad Vegetal.  La capacidad instalada, sus medios y áreas de trabajo aconsejó y permitió, a sugerencia de Rosa Elena, que el CENSA incorporara la actividad de Sanidad Vegetal en sus inicios como un día el CENIC había hecho con el propio CENSA, idea que aprobó el comandante. El tiempo demostró que no era necesaria  una construcción adicional, por ello luego de incorporados  los trabajadores a esta rama, el centro comenzó a funcionar de manera estable y a nombrarse como Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria pero con la misma sigla: CENSA.

Posteriormente una de aquellas noches, en una de las visitas que hiciera el comandante  al CENSA, Rosa Elena  le formuló un deseo a Fidel: que este escribiera de su puño y letra una frase sentencia y pronostico del futuro del país en su avance científico, formulada como idea, como concepto, uno de tantos premonitorios sueños de Fidel,  frase pronunciada en un discurso en fecha tan temprana como 1960. Fidel le pregunta a Rosa de que  frase  se trataba y Rosa, a solicitud de este  le dicta la misma,   mientras  Fidel  en  hoja en blanco y con plumón escribe y rubrica lo que había dicho hacía más de 20 años , quedando registrada fotográficamente (foto 8) para  la historia la emblemática frase que acompaña a no pocas actividades científicas en nuestro país: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser  necesariamente un futuro de hombres de  ciencia”. La frase original pronunciada en el discurso incluía también: "de hombres de pensamiento", pero al dictarla  fue omitida involuntariamente aquella noche.

Incontables los resultados importantes obtenidos  a lo largo del tiempo transcurrido. Como expresión suprema de la estrecha relación que guarda la Salud Animal y Vegetal con la Salud Humana es quizás el producto estandarte del CENSA el SURFACEN, el resultado de mayor repercusión e impacto social alcanzado hasta hoy, por lo que representa para la seguridad  de vida de los niños que nacen con el distress respiratorio o síndrome de dificultad  respiratoria del recién nacido,  causa principal de la muerte de neonatos. Si fuese el SURFACEN el único resultado aportado por esta institución a lo largo de estos años, las vidas salvadas y por salvar de nuestro niños y otros en el mundo han pagado ya con creces todos los sacrificios hechos por Cuba al erigir la obra revolucionaria de un centro como este.

El CENSA,  sueño del líder indiscutible y obra de revolución y en evolución, cumplió en el 2014 sus primeros 45 años de trabajo, resultados y victorias de las ciencias agropecuarias. 

Durante estos algo más de cuatro lustros el CENSA acumula 29 órdenes  “Carlos J Finlay”  y de ellas la de su propio colectivo laboral e institución. Orgullo de generaciones de profesionales y obreros de la ciencia  que continuarán  trabajando en la firme convicción de preservar siempre aquel espíritu nuevo, aquel  espíritu proletario  que un día percibiera en ellos el compañero Fidel.  Lo visualizó entonces, se hizo realidad presente y será siempre  un valor esencial e  irrenunciable  de nuestro centro.

José A. Buergo Rodríguez

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