¿Qué sentido tiene la bandera de una nación?
Por: Eusebio
Leal
Con profunda pena hemos venido observando que la enseña
nacional, la gloriosa bandera de la
estrella solitaria que no ha sido jamás mercenaria, está a la venta entre
otros productos de la artesanía como si se tratara de una de ellas o de un
objeto común.
Ante esto debemos meditar: ¿Qué sentido tiene la bandera
de una nación? Asociada al Himno, a los actos cívicos, a la representación
de todo un pueblo en conmemoraciones, festividades patrias o a media asta en
ceremonias de duelo; protagonista cuando nuestros deportistas alcanzan la
gloria olímpica y observan en silencio cómo asciende a lo alto del mástil;
cuando se encuentran los jefes de Estado o cuando ondea simbolizando a la
patria al lado de otros pabellones. ¡Cuánta sangre y sacrificios, cuántos
murieron abrazados a ella, cuántos la soñaron en tierra extraña!
Fue creada en los Estados Unidos por el exgeneral al
servicio de España Narciso López, nacido en Venezuela, cuya estrábica carrera
política no puede opacar el mérito de haberla imaginado en compañía de Miguel
Teurbe Tolón y de su esposa y prima hermana Emilia, quien fue la primera en
bordarla, y de su secretario, el novelista cubano Cirilo Villaverde, autor de
Cecilia Valdés y testigo presencial de los hechos.
Se dice que en 1849 —año previo a la confección de la
bandera—, en un día estival, en el cielo de un atardecer de Nueva York,
López vio los colores de la enseña nacional, así como aquel triángulo
equilátero, símbolo de la fraternidad masónica. Esos elementos encarnaban los
pensamientos más puros de la revolución que recorría el mundo: libertad,
igualdad y fraternidad; cinco franjas, y en el centro del triángulo, como un
rayo de luz en el cielo que se abría, la estrella marcaba el porvenir de Cuba.
Triángulo que debía ser rojo y no azul, aunque desafiara las leyes de la
heráldica.
Ostentaba los colores republicanos de Norteamérica
inspirados en los de la Revolución Francesa de 1789; colores que hoy son
también los de otras naciones del mundo. Al unísono con la enseña de los
cubanos surgiría la de Puerto Rico, cuyas aspiraciones independentistas
quedaron frustradas hasta hoy.
Enarbolada en años difíciles, cuando aún las supremas
aspiraciones de las vanguardias políticas del pueblo cubano no habían alcanzado
su plenitud y no pocos se inclinaban porque la estrella solitaria fuese una más
en la constelación americana, resultaría necesario recorrer un árido sendero y
derramar la sangre de los precursores que se anticiparon al acto magnífico del
10 de octubre de 1868 en La Demajagua o a la solemne celebración de la Asamblea
Constituyente de Guáimaro en abril de 1869.
También surgió de esos anhelos libertarios el escudo
sostenido en la unión de bastos donde reposa el gorro frigio con idéntica
estrella solitaria. No era otro que el tocado que llevaban los cargadores
en los barrios periféricos de París y Marsella, la palma real y la isla de Cuba
representada entre los peñones del cabo de San Antonio y la península de
Yucatán y la llave como símbolo de la libertad prometida y tras ella el sol
naciente. A su alrededor hojas de laurel y acanto en ramas símbolos de la
gloria combativa y del mérito alcanzado en el campo de batalla.
¡Cuántos cadalsos, cuántas lágrimas, cuántos exilios,
cuánta tristeza! para que ahora la estampen en un delantal para la cocina,
en una ridícula camiseta y en otras incalificables y vulgares formas.
En nombre de todo ello hago un patriótico y ardoroso
llamamiento a nuestros conciudadanos y al menos aquí en el Centro Histórico de
La Habana, Patrimonio Mundial, se apeguen las costumbres públicas a las leyes
vigentes y no se pisotee ni se ponga precio.
Recordad las emotivas palabras del insigne poeta que al
regresar a la patria evoca el valor de la bandera cuando aún podían verse a la entrada
del puerto las canteras y la vieja cárcel y el pedazo de pared donde fueron
ejecutados los estudiantes de 1871:
“Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día…
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!”
llega a ser mi bandera algún día…
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!”
(Tomado de CUBADEBATE)
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