martes, 19 de mayo de 2015

Recordando a Martí


Mientras hoy se cumplen 120 años de la caída de José Martí  en el combate de “Dos Ríos” en la región más oriental de Cuba, hoy también se aproxima otra ronda de conversaciones definitorias entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica.

Por vejez, por haber nacido como diría Lenin “con el pecado original”, aprendí a respetar mi himno nacional como también el de los Estados Unidos de América;  a conocer su geografía política tanto como la nuestra. Aprendí a amar al país cercano, pueblo amigo que en infinita generosidad abrió sus puertas a la inmigración de nuestra patria cuando luchábamos por nuestra independencia contra el yugo opresor español. Guerra de independencia que tuvo lugar al final de la epopeya emancipadora continental de América. Cuando Perú, último país de tierra continental americana hacía ya cincuenta años que era libre de España, Cuba seguía siendo colonia de esa metrópolis. 

Allí, en la patria de Lincoln vivió nuestro José Martí, en pleno corazón del monstruo y conoció sus entrañas pero también admiró a sus próceres, su avanzada agricultura, su pueblo trabajador.

La experiencia revolucionaria de los Estados Unidos de América, de más de 14 años de lucha por su independencia sirvió junto a otras contiendas  latinoamericanas como escuela de rebeldía y ejemplo que seguimos los cubanos, hasta alcanzar nuestra total independencia en los albores del pasado siglo, aun cuando la verdadera soberanía,  como expresión de la dignidad plena de los cubanos, solo  nos llegó después en la segunda mitad del siglo XX con la victoria conclusiva de la generación del centenario.
Hace muchos años el padre de la patria estadounidense  George Washington, primer Presidente de los Estados Unidos, gracias sobre todo a su papel destacado en la Guerra por la Independencia de su país, al cierre de  su discurso inaugural pronunciado en el Senado el  30 de abril de 1789 hace más de doscientos años pidió la ayuda de Dios  y  dijo:  “Pido al padre su bendición divina se manifieste en los amplios puntos de vista, las deliberaciones comedidas y las sabias medidas de las cuales debe depender el éxito de este gobierno”.

A partir de 1959, luego de que diez  administraciones pasaran por la oficina oval de la Casa Blanca, ahora cubre su turno el premio Nobel de la Paz. Casi al cierre de su mandato, evidentemente deliberaciones comedidas  y sabias medidas aconsejaron a Barack Obama ese reclamo de nuestros pueblos. Espero ver nuevamente ondear una a lado de la  otra nuestras banderas, simbólicamente abrazándose como hermanas,  mientras se tocan una a la otra batidas por el viento. Las trincheras de ideas nos dieron la victoria y  nuestro noble pueblo que no sabe odiar cultiva hoy rosas blancas.

José A. Buergo Rodríguez

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