EL NUEVO CABALLO DE TROYA.
“Ahora más que nunca hace falta la unidad de la
nación”.
Recientemente en
una
encuesta de la Universidad de Quinnipiac sobre Hillary Clinton, la más fuerte candidata a las próximas presidenciales
de los E.U. arrojó un balance negativo con calificativos verdaderamente nada halagüeños para la aspirante
demócrata: "mentirosa", "deshonesta"
y "no fiable". Si las elecciones presidenciales estadounidenses estuviesen a la
vista, esos calificativos supondrían una
pérdida casi total de su popularidad.
A l mismo tiempo, por el ala izquierda se
vislumbra un posible
candidato del cual Obama no
tiene una amable impresión. Se trata de Bernie Sanders. Senador de Vermont el
cual desde hace tiempo es calificado como un político enfrentado a la Casa Blanca.
Tuvo Sanders una notable audiencia ante su discurso en Maine, en la costa este en el mes de julio
y en
Portland (Oregón) su equipo reservó todo un stadium
para acoger a sus seguidores, pero lo
que las cámaras de televisión no trasmitieron fue que
además de un recinto lleno con más de 20 mil
personas, fuera de él, miles más esperaban a las puertas
para escuchar a Sanders.
Como refieren otros medios, durante décadas, el senador independiente de más edad del Congreso se mantuvo fuera de juego, pues con solo el
calificativo de "socialista demócrata" que él
mismo se impuso y su promesa de una
revolución política,
le convierten en inelegible para las bases del partido. Pero cada vez son más los votantes jóvenes y estudiantes que apuestan por este
candidato de 73 años. No sólo les encanta a sus partidarios su exigencia de un
acceso gratuito
a la
Universidad, en un
país en el que muchos se endeudan para ello. Sanders despierta pasión y ya ha superado a Clinton en el estado de New Hampshire. ¿Qué percepción tendrá Sanders en relación
a las recientes aperturas
de
embajadas en E.U. y la Habana respectivamente?
Mientras
esto ocurre recién un cable de la agencia AP refería
que la aspirante demócrata Hillary Clinton había expresado a finales de julio que una relación
económica abierta con Cuba sería más útil para llevar la "dignidad y la democracia" a la isla, que el
aislamiento sistémico intransigente que caracterizó a cinco décadas de gobiernos
de
ambos partidos (demócrata y republicano), incluidos los dos períodos de su esposo. Como es ya bien conocido el presidente estadounidense Barack Obama y su homólogo cubano Raúl Castro, de mutuo acuerdo, decidieron restablecer las
relaciones
diplomáticas entre las
dos
naciones vecinas. El presidente Obama a la cabeza de sus partidarios y
seguidores ha pedido al Congreso que levante el embargo
contra Cuba, en verdad expresión mayoritaria de demócratas y republicanos. Un 72 % de los estadounidenses está de acuerdo con el fin del embargo, según una encuesta de las semanas pasadas del centro
de
estudios Pew, que
además mostró un 56 % de apoyo entre republicanos y un
83 % entre
demócratas.
La aspirante
a
la
presidencia de
los Estados Unidos
de Norteamérica,
previsible por
su pegada política, la demócrata Hillary Clinton, reconoció que anteriormente apoyaba las sanciones a Cuba, pero aclaró ante un auditorio de estudiantes, profesores y otras personas en la Universidad Internacional de
Florida que sus posiciones cambiaron durante sus cuatro años como secretaria de Estado de Obama.
¿Qué los
hizo cambiar,
no
solo a ella sino a los tanques
pensantes: asesores, especialistas, académicos y agencias
enteras dedicadas a la subversión?
Un nuevo concepto estratégico: pretenden ahora cambiar la receta luego del reconocimiento tácito al fracaso de todas las variables aplicadas durante medio siglo contra el primer estado socialista de América Latina. Harto conocidas todas las
fórmulas, artimañas y vías utilizadas con un solo propósito: Rendir y poner
de rodillas a un pueblo que se reveló contra los designios de la mayor potencia imperial que ha conocido la historia universal. Pretenden cambiar los métodos al no alcanzar los propósitos como bien delineara en su discurso del
17 de diciembre de 2014 el presidente
Barack Obama y ratificado por una comunicación oficial de la Casa Blanca el
propio día donde en sus partes
se dice: “Hoy, Estados Unidos está tomando medidas históricas para trazar un nuevo rumbo en nuestras relaciones con Cuba…. las décadas de aislamiento de Cuba por parte de EE UU no consiguieron nuestro objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable,
próspera y democrática. …
esta política a largo plazo
de EE
UU provocó el aislamiento regional
e internacional de nuestro país, restringió nuestra capacidad
para influir en
el
curso de los
acontecimientos en el hemisferio occidental e imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos podría haber utilizado para promover un cambio positivo en Cuba…. su efecto ha sido prácticamente
nulo: en la
actualidad Cuba está gobernada por los hermanos Castro y el partido
comunista, igual
que
en
1961…No
podemos seguir haciendo
lo
mismo y esperar obtener resultados diferentes”. Más claro ni el agua.
Es interesante algo que acotó la posible
futura nueva inquilina
de la Casa
Blanca en esa propia intervención de semanas pasadas: “las
relaciones no son
un regalo a los Castro, son una amenaza para los Castro", dijo Clinton y
agregaba: "Una embajada estadounidense en La Habana no es una concesión,
es
un faro. Levantar
el embargo no es un revés para la libertad, es un avance
para la libertad".
¿A qué tipo de libertad se estaba refiriendo la señora Clinton?. En la propia
comunicación de la Casa Blanca del
17 de diciembre se dice de manera
edulcorada lo siguiente: … “La implicación de EE UU será
de
carácter
fundamental cuando corresponda e incluirá un apoyo continuo y sólido que perseguirá la mejora de las condiciones en materia de derechos humanos y la implementación de reformas
democráticas en Cuba, además de otras medidas dirigidas a promover una mejora de la situación para el pueblo cubano. Un
enfoque
esencial de nuestra mayor participación incluirá un apoyo fuerte de Estados Unidos
para que haya mejores
condiciones para los derechos humanos y las reformas democráticas en Cuba….. La promoción de la
democracia apoya los derechos humanos universales al reforzar
a la
sociedad civil y el derecho de las personas a la libertad de expresión, reunión y asociación pacífica y al apoyar la capacidad de la gente para determinar su futuro de forma libre. Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del Estado cubano”.
Es previsible entonces
la conducta política que seguirá la administración
norteamericana en su tratamiento a su vecino caribeño. Hay
que reconocer que lejanos los
tiempos de aquella política de las
cañoneras, o de esperar ver caer la fruta madura,
ahora se impone por ellos una nueva fórmula: nos regalan,
derivado de su fracaso durante medio siglo en los intentos
por
hundir hacia el fondo del
mar
la Revolución cubana, un nuevo y avanzado Caballo de Troya.
¿Qué regalos trae ente otros ese
nuevo y moderno Caballo de Troya en su interior?
En verdad no pocos, beneficiosos en lo tecnológico y económico pero
a su vez son “armas silenciosas”, refinadamente diseñadas a un propósito, a
un
solo fin: desmontar el socialismo en Cuba.
Todo ello en vitrina, deslumbra, e ilusiona a no pocos
al interior de la isla.
Si la vida no hubiera demostrado en
diversas oportunidades y con sobradas razones aquella sentencia de no confiar en el imperialismo ni
tantito así, advertencia casi profética del Guerrillero Heroico, el comandante Guevara,
pudiera considerarse una
falta de objetividad negarse a tantas buenas oportunidades de un vecino que nos muestra ahora otra cara.
No podemos olvidar la historia. La política aconseja otro discurso, es real y son los tiempos que corren, pero habrá que dormir
siempre con un ojo abierto.
Lo calculado, sutil pero a su vez pérfido ahora resulta para el imperio la idea prepotente de debilitar desde dentro el socialismo en Cuba,
esperando que al
término del liderazgo de la generación histórica, la nueva oleada generacional poco a poco, como un proceso de dilución, asuma como propia y le dé carta
abierta y bienvenida a todas las
supuestas
ventajas
de
esa sociedad
“democrática” que nos
proponen, donde precisamente en ella la prosperidad no es familia de la equidad y el modo de vida americano es solo un canto de sirena para buena parte de ese pueblo. Nos proponen “comunicarse de manera libre”. Habría que profundizar en qué contexto y cuál es el alcance de esa
“libertad”
imperial.
José Martí ya alertaba desde el
pasado siglo sobre una verdadera guerra que
habría de librar
nuestro pueblo a pensamiento. ¡Cuánta razón llevaba!.
Se pondrá entonces a prueba ahora y en lo adelante como nunca antes la valía
de
la unidad de los revolucionarios cubanos y se hace necesario y útil
citar una vibrante y
reflexiva anécdota contada por el doctor Eusebio Leal Spengler, probado patriota cubano,
quien en la tarde del 24 de febrero del 2015 en ocasión del 120 aniversario
del reinicio de nuestras luchas por la
independencia de Cuba, pronunciara un trascendental discurso. Dijo el doctor Leal: “Ahora más que
nunca hace falta la unidad de la nación, ahora más que
nunca la prenda más preciosa debe ser conservada. La fortaleza que nos
ha permitido llegar hasta aquí fue aquella
que vi esa
otra
noche de abril en
Playitas de Cajobabo cuando, convocados por
el
líder de la Revolución, llegamos
a aquella hora oscura de la noche a la orilla de la playa. Él llevaba la bandera cubana en el asta que le trajo uno de sus
ayudantes, y
entonces,
entrando en el agua a la altura prácticamente del tobillo, se abrió de pronto en
el cielo la luna blanca y
movió la bandera de Cuba hacia el Sur, hacia el Norte, hacia el
Este
y hacia el Oeste, diciendo: ¡Aquí estamos!”
Aquí estamos, cierto y unidos. Quiera el destino de nuestros pueblos que por primera vez perciban y se haga realidad aquel
pensamiento reflexivo enunciado en 1902 al
nacer la República de Cuba por el político estadounidense
demócrata William Jennings Bryan, asistente al acto cuando dijo: “Dios nos hizo vecinos. ¡Que la justicia nos
mantenga amigos!”.
El líder histórico de la Revolución cubana
Fidel Castro, con su atinado juicio
sentenció meses atrás: “ Muchos amigos
de Cuba conocen la ejemplar conducta de nuestro pueblo, y a ellos les
explico mi posición esencial
en
breves palabras.
No confío en la política de Estados Unidos ni
he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución
pacífica de los
conflictos o peligros de guerra. Defender la paz
es un deber de
todos…..Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los
de
nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos”.
Quizás el tiempo confirme esta evocación y
entonces en Cuba, en el lugar donde hace más de cincuenta años fue derribada el águila imperial de su pedestal en el monumento a la memoria del
desastre del
Maine en el malecón
habanero por el simbolismo imperial que en sí entrañaba aquella
águila, más el patriotismo efervescente de la naciente Cuba socialista, a pesar de esa verdad histórica, puedan hoy
nuestros pueblos actores en definitiva de una
nueva época ,colocar esta vez , en justicia, una paloma como símbolo de paz y
de
amistad.
José A. Buergo Rodríguez.
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