Se cumplen el 15 de mayo cincuenta y cinco años de que el entonces joven
comandante de la revolución cubana, el compañero Raúl Castro en un acto de
inauguración de un curso dedicado a la formación de valores y defensa de
la Patria en 1960, discursara frente a los
participantes con interesantes reflexiones que hoy a la vista de estos tiempos en
Cuba cobran una extraordinaria actualidad.
Su explicación del concepto de Patria a
partir de su análisis sobre la consigna dada por Fidel Castro a raíz de los
hechos del acto vandálico y criminal de la voladura del buque “La Coubre” donde al concluir el acto de condena pronunció
por primera vez su consigna de Patria o Muerte, Raúl en el acto inaugural del curso explicaría su
percepción y valoración de la emblemática consigna:
Explicaba entonces Raúl… “Patria o Muerte”
tiene, antes que nada, un fundamental significado, que es la firmeza y la
decisión de nuestro pueblo de defender a su patria, de defender la Revolución.
“Patria o Muerte” no tienen ningún significado fatalista, ni eso quiere decir que
aquí se va a morir todo el mundo, aunque todo el mundo está dispuesto a morir,
si es necesario. Y aquí, en último caso, los que se van a morir son los enemigos
de la Revolución, pero no el pueblo. Y el concepto “Patria” no es nada
diferente del concepto “Revolución”; y vamos a explicarlo. Ustedes recordarán
el funesto 10 de Marzo (golpe de estado propinado por Fulgencio Batista) , qué
tuvo de positivo, por lo menos, aquel primero de enero de 1959, siete años
después, y todo lo que de eso se está derivando. Frente a aquel golpe artero no
reaccionó nuestro pueblo en la misma forma que reaccionó en días pasados con el
simple “avisito” (acto de injerencia) de
la Embajada Americana. Si nuestro pueblo aquel 10 de marzo reacciona como
reaccionó en esta oportunidad no se hubiera podido consolidar aquel golpe
reaccionario. Y, sencillamente, ¿por qué el pueblo no reaccionó en aquella
oportunidad y si reaccionó en esta? Porque el concepto de “Patria” en aquella
época era diferente al concepto de “Patria” en esta, porque antes teníamos un
“escudito”, un “himnito”, teníamos una patria, pero todo teóricamente. En
realidad, no teníamos nada. Hoy el pueblo esgrime unánimemente esa consigna de “Patria
o Muerte” porque “Patria” quiere decir, en este caso, todas las leyes
revolucionarias, todo lo que de beneficio al pueblo ha traído está etapa,
incluyendo los sacrificios gloriosos que en un futuro serán beneficios para
nuestros hijos, para nuestros nietos, para nuestras futuras generaciones. Y,
concluyendo, “Patria o Muerte” quiere decir, entre otras cosas, Patria para nosotros y muerte para nuestros enemigos,
porque esos no tienen patria. Porque no pueden tener Patria los que, sabiéndose
sin fuerzas suficiente para enfrentarse a la Revolución, constantemente están
preparando el camino para la agresión extranjera.
Esos no tienen Patria ni nunca la tuvieron,
porque antes lo que teníamos en Cuba, antes del Primero de Enero, era una
caricatura de Patria o una República raquítica, una serie de mínimos derechos
y, ninguno fundamental. Una colonia de España, que ya en los albores del siglo
XX, con el esfuerzo de sus hijos, se sacude del yugo español, para caer bajo la
presión primero de un ejército intervencionista, y, hasta hace muy poco, bajo
la presión de un ejército de dólares, porque, como decía un escritor mexicano,
los dólares son soldados yanquis, son soldados sin fusil. Y esa era ese tipo de
invasión, porque el imperialismo tiene la habilidad de estar explotando los
pueblos, y al mismo tiempo, como se demostró en Cuba, hacerles ver, incluso a
grandes sectores, que nos estaban haciendo un bien tremendo, que nos dieron la
independencia, que industrializaron el país. [...] frente a la presencia de tropas invasoras el
pueblo se subleva y pelean hasta las mujeres. ¿Por qué se extraen de lo más
hondo de los pueblos, los sentimientos de la Nación, de la Patria, y lo
defienden frente a cualquier agresor, grande pequeño, y lo defienden peleando
con las uñas, peleando con las manos? y todo pueblo invadido reacciona
inmediatamente cuando invaden con tropas.
Pero cuando invaden con dólares, lo
adormecen, es como una anestesia. Lo controlan todo, la prensa, los
gobernantes, las escuelas buenas, las universidades, y hasta la historia, que
es lo peor. Esa Patria de ellos, lo que ellos conciben por Patria, democracia
del manenguismo y el politiquerismo, la “democracia representativa”. Los
cubanos acabaron con eso. Y cuando la Patria se les echó a perder, o sea la
Patria que ellos concebían, cuando hoy en realidad la Patria es más grande,
cuando hoy en realidad goza de plena independencia, de plena soberanía, de
verdadera libertad; cuando hoy la Patria es la admiración del mundo entero y
como consecuencia de su lucha, de su heroísmo y de sus Revolución en constante evolución
y firmeza hacia delante, los ojos de la humanidad están puestos en Cuba.
Sobre el concepto y alcance del valor:
conciencia revolucionaria Raúl reflexiona y dice: [...]Esa fe que siempre tiene
Fidel en todas las cosas, y que una de sus cualidades excepcionales es jamás
darse por vencido, como aquella oportunidad, (se refiere al encuentro de
Cinco Palmas el 18 de diciembre de 1956) donde yo, sinceramente, confieso que
no tenía esperanza de ningún tipo de triunfo, sino, sencillamente, la esperanza
de cumplir la promesa de “libertad o muerte”, y decía: “no hubo libertad, fue
muerte, porque aquí nos vamos a morir”; pero él siempre mantuvo esa fe, que
supo inculcárnosla a nosotros [...] esa moral y esa fe la da una cosa, y es la
convicción de los hombres.
»No es lo mismo ponerse a tirar tiros como
un simple casquito que como un revolucionario: hay una diferencia. A los
rebeldes en plena guerra, hacíamos esfuerzos para convertirlos en
revolucionarios.
Una cosa es tirar tiros, muy valientemente, incluso,
en un momento determinado, en momento de arrojo contra una posición enemiga,
pero otra es estar consciente de por qué se tiran esos tiros. Y nosotros
organizamos nuestras escuelitas para explicarle a los rebeldes el porqué de la
lucha; porque en un proceso bélico de
esos participan caracteres tan disímiles, y gente impulsada por razones distintas,
incluso. Desde luego, comprendían la Revolución, la querían y se quedaban;
otros, cuando la cosa se ponía dura, se iban. No era un problema de la patria,
ni de convicciones ideológicas [...] nos preocupábamos por explicarles a los
rebeldes lo que era la Revolución.
Yo le hacía un simple razonamiento a los
rebeldes; les decía: “Estás peleando en una trinchera; si se le acaban las
balas a tu rifle, ¿qué haces?” “Bueno, imagínense: voy al de al lado y le quito
dos balitas, o le pido, o me tengo que ir del combate”. Luego, un rifle sin
balas, sin parque, no sirve casi para nada. Y digo, pues igual es un
revolucionario o un rebelde que no tenga parque en el cerebro; las balas son
importantes, sobre todo aquí atrás, porque hay que tirar muchos tiros; el enemigo
está allí en su trinchera, tú estás en la tuya; sabes cuáles son sus
posiciones, las atacas, los ves, se mueve, te agrede; vendrá la paz, y con la
paz la guerra peor.
La guerra para la que no estamos preparados,
la guerra que será subterránea, la guerra que será de maniobra, la guerra que
el que no esté claro no la ve, y entonces las balas no le van a servir, el
parque del rifle le va a ser menos útil que el parque del cerebro; y un rifle
sin parque lo botas, o le tiene que quitar parque al compañero, o retirarte del
combate; pues un revolucionario sin parque en el cerebro, sin saber por qué
lucha, sin saber a dónde va; si en vez de obrar como un revolucionario
consciente, actúa como una simple ovejita, es un revolucionario que se tiene
que ir del combate cuando las circunstancias aprieten, que no puede pedirle al
compañero de al lado que le meta parque en la cabeza, porque eso no es así como
dar dos balas; y de ahí que cuando un revolucionario no sea consciente, abandonará
la pelea porque le falta el parque del cerebro. Ese parque es tan necesario o
más que el otro, porque cuando no se tienen armas, como nos decía Fidel al
principio, se pelea con las manos, viramos los tanques boca arriba y a los
aviones les tiramos con piedras o los cogemos en una emboscada, como el otro
día; se pelea con las uñas y el pueblo está dispuesto aquí a pelear con las
uñas, pero para pelear con las uñas, para a virar los tanques boca arriba, para
enfrentarse a cualquier situación difícil, más que el parque y un buen rifle
hace falta tener esta trinchera bien apertrechada, no de balas de plomo, sino
de balas revolucionarias».
La fortaleza de la Revolución cubana llega
hasta nuestros días porque los conceptos y lo principios que se han defendido
pasan por ese modo de concebir la Patria, por el modo de conducta consecuente
que han mostrado sus líderes con apego a la verdad, a la equidad y a la justicia social. Con
sentido de deber histórico, de responsabilidad ante la nación que gobiernan.
Por la ética de su actuación.
Cuba llegó al 2015 con la proximidad real del restablecimiento de las
maltrechas relaciones diplomáticas inexistentes durante más de medio siglo
con el poderoso vecino del norte.
En la
primera página del informe emitido desde
la oficina oval de la Casa Blanca
inmediatamente después del anuncio oficial realizado públicamente por
Barack Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre se dice en sus partes: “Hoy, Estados Unidos está tomando medidas
históricas para trazar un nuevo rumbo
en nuestras relaciones con Cuba… Está claro que las décadas de
aislamiento de Cuba por parte de EE UU no consiguieron nuestro objetivo de promover el surgimiento de una Cuba
estable, próspera y democrática…. su efecto ha sido prácticamente nulo: en la actualidad Cuba está
gobernada por los hermanos Castro y el partido comunista, igual que en 1961…
No
podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener resultados diferentes….
Hoy vamos a renovar nuestro
liderazgo en el continente americano. Vamos a levar las anclas del pasado
porque es necesario para alcanzar un futuro mejor: para nuestros intereses,
para nuestros ciudadanos y para el pueblo cubano.
Entre líneas queda evidente que cambiaran el
método pero buscarán alcanzar los mismos resultados. Llegó para ellos la hora
de emplear sus soldados sin fusil. Habrá entonces que estar preparados para esa
guerra que se nos hace a pensamiento y que el joven comandante de la revolución
hace cincuenta y cinco años también visualizara: vendrá la paz, y con la paz la
guerra peor.
José A. Buergo Rodríguez
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