miércoles, 13 de mayo de 2015

Los dólares: soldados sin fusil.





Se cumplen el 15 de mayo cincuenta  y cinco años de que el entonces joven comandante de la revolución cubana, el compañero Raúl Castro en un acto de inauguración de un curso dedicado a la formación de valores y defensa de la  Patria  en 1960, discursara frente a los participantes con interesantes reflexiones que hoy a la vista de estos tiempos en Cuba cobran una extraordinaria actualidad.

Su explicación del concepto de Patria a partir de su análisis sobre la consigna dada por Fidel Castro a raíz de los hechos del acto vandálico y criminal de la voladura del buque “La Coubre”  donde al concluir el acto de condena pronunció por primera vez su consigna de Patria o Muerte,  Raúl en el  acto inaugural del curso explicaría su percepción y valoración de la emblemática consigna:  

Explicaba entonces Raúl… “Patria o Muerte” tiene, antes que nada, un fundamental significado, que es la firmeza y la decisión de nuestro pueblo de defender a su patria, de defender la Revolución. “Patria o Muerte” no tienen ningún significado fatalista, ni eso quiere decir que aquí se va a morir todo el mundo, aunque todo el mundo está dispuesto a morir, si es necesario. Y aquí, en último caso, los que se van a morir son los enemigos de la Revolución, pero no el pueblo. Y el concepto “Patria” no es nada diferente del concepto “Revolución”; y vamos a explicarlo. Ustedes recordarán el funesto 10 de Marzo (golpe de estado propinado por Fulgencio Batista) , qué tuvo de positivo, por lo menos, aquel primero de enero de 1959, siete años después, y todo lo que de eso se está derivando. Frente a aquel golpe artero no reaccionó nuestro pueblo en la misma forma que reaccionó en días pasados con el simple “avisito” (acto de injerencia)  de la Embajada Americana. Si nuestro pueblo aquel 10 de marzo reacciona como reaccionó en esta oportunidad no se hubiera podido consolidar aquel golpe reaccionario. Y, sencillamente, ¿por qué el pueblo no reaccionó en aquella oportunidad y si reaccionó en esta? Porque el concepto de “Patria” en aquella época era diferente al concepto de “Patria” en esta, porque antes teníamos un “escudito”, un “himnito”, teníamos una patria, pero todo teóricamente. En realidad, no teníamos nada. Hoy el pueblo esgrime unánimemente esa consigna de “Patria o Muerte” porque “Patria” quiere decir, en este caso, todas las leyes revolucionarias, todo lo que de beneficio al pueblo ha traído está etapa, incluyendo los sacrificios gloriosos que en un futuro serán beneficios para nuestros hijos, para nuestros nietos, para nuestras futuras generaciones. Y, concluyendo, “Patria o Muerte” quiere decir, entre otras cosas, Patria  para nosotros y muerte para nuestros enemigos, porque esos no tienen patria. Porque no pueden tener Patria los que, sabiéndose sin fuerzas suficiente para enfrentarse a la Revolución, constantemente están preparando el camino para la agresión extranjera.
Esos no tienen Patria ni nunca la tuvieron, porque antes lo que teníamos en Cuba, antes del Primero de Enero, era una caricatura de Patria o una República raquítica, una serie de mínimos derechos y, ninguno fundamental. Una colonia de España, que ya en los albores del siglo XX, con el esfuerzo de sus hijos, se sacude del yugo español, para caer bajo la presión primero de un ejército intervencionista, y, hasta hace muy poco, bajo la presión de un ejército de dólares, porque, como decía un escritor mexicano, los dólares son soldados yanquis, son soldados sin fusil. Y esa era ese tipo de invasión, porque el imperialismo tiene la habilidad de estar explotando los pueblos, y al mismo tiempo, como se demostró en Cuba, hacerles ver, incluso a grandes sectores, que nos estaban haciendo un bien tremendo, que nos dieron la independencia, que industrializaron el país. [...]  frente a la presencia de tropas invasoras el pueblo se subleva y pelean hasta las mujeres. ¿Por qué se extraen de lo más hondo de los pueblos, los sentimientos de la Nación, de la Patria, y lo defienden frente a cualquier agresor, grande pequeño, y lo defienden peleando con las uñas, peleando con las manos? y todo pueblo invadido reacciona inmediatamente cuando invaden con tropas.
Pero cuando invaden con dólares, lo adormecen, es como una anestesia. Lo controlan todo, la prensa, los gobernantes, las escuelas buenas, las universidades, y hasta la historia, que es lo peor. Esa Patria de ellos, lo que ellos conciben por Patria, democracia del manenguismo y el politiquerismo, la “democracia representativa”. Los cubanos acabaron con eso. Y cuando la Patria se les echó a perder, o sea la Patria que ellos concebían, cuando hoy en realidad la Patria es más grande, cuando hoy en realidad goza de plena independencia, de plena soberanía, de verdadera libertad; cuando hoy la Patria es la admiración del mundo entero y como consecuencia de su lucha, de su heroísmo y de sus Revolución en constante evolución y firmeza hacia delante, los ojos de la humanidad están puestos en Cuba.

Sobre el concepto y alcance del valor: conciencia revolucionaria Raúl reflexiona y dice: [...]Esa fe que siempre tiene Fidel en todas las cosas, y que una de sus cualidades excepcionales es jamás darse por vencido, como aquella oportunidad, (se refiere al encuentro de Cinco Palmas el 18 de diciembre de 1956) donde yo, sinceramente, confieso que no tenía esperanza de ningún tipo de triunfo, sino, sencillamente, la esperanza de cumplir la promesa de “libertad o muerte”, y decía: “no hubo libertad, fue muerte, porque aquí nos vamos a morir”; pero él siempre mantuvo esa fe, que supo inculcárnosla a nosotros [...] esa moral y esa fe la da una cosa, y es la convicción de los hombres.
»No es lo mismo ponerse a tirar tiros como un simple casquito que como un revolucionario: hay una diferencia. A los rebeldes en plena guerra, hacíamos esfuerzos para convertirlos en revolucionarios.
Una cosa es tirar tiros, muy valientemente, incluso, en un momento determinado, en momento de arrojo contra una posición enemiga, pero otra es estar consciente de por qué se tiran esos tiros. Y nosotros organizamos nuestras escuelitas para explicarle a los rebeldes el porqué de la lucha; porque en un  proceso bélico de esos participan caracteres tan disímiles, y gente impulsada por razones distintas, incluso. Desde luego, comprendían la Revolución, la querían y se quedaban; otros, cuando la cosa se ponía dura, se iban. No era un problema de la patria, ni de convicciones ideológicas [...] nos preocupábamos por explicarles a los rebeldes lo que era la Revolución.

Yo le hacía un simple razonamiento a los rebeldes; les decía: “Estás peleando en una trinchera; si se le acaban las balas a tu rifle, ¿qué haces?” “Bueno, imagínense: voy al de al lado y le quito dos balitas, o le pido, o me tengo que ir del combate”. Luego, un rifle sin balas, sin parque, no sirve casi para nada. Y digo, pues igual es un revolucionario o un rebelde que no tenga parque en el cerebro; las balas son importantes, sobre todo aquí atrás, porque hay que tirar muchos tiros; el enemigo está allí en su trinchera, tú estás en la tuya; sabes cuáles son sus posiciones, las atacas, los ves, se mueve, te agrede; vendrá la paz, y con la paz la guerra peor.

La guerra para la que no estamos preparados, la guerra que será subterránea, la guerra que será de maniobra, la guerra que el que no esté claro no la ve, y entonces las balas no le van a servir, el parque del rifle le va a ser menos útil que el parque del cerebro; y un rifle sin parque lo botas, o le tiene que quitar parque al compañero, o retirarte del combate; pues un revolucionario sin parque en el cerebro, sin saber por qué lucha, sin saber a dónde va; si en vez de obrar como un revolucionario consciente, actúa como una simple ovejita, es un revolucionario que se tiene que ir del combate cuando las circunstancias aprieten, que no puede pedirle al compañero de al lado que le meta parque en la cabeza, porque eso no es así como dar dos balas; y de ahí que cuando un revolucionario no sea consciente, abandonará la pelea porque le falta el parque del cerebro. Ese parque es tan necesario o más que el otro, porque cuando no se tienen armas, como nos decía Fidel al principio, se pelea con las manos, viramos los tanques boca arriba y a los aviones les tiramos con piedras o los cogemos en una emboscada, como el otro día; se pelea con las uñas y el pueblo está dispuesto aquí a pelear con las uñas, pero para pelear con las uñas, para a virar los tanques boca arriba, para enfrentarse a cualquier situación difícil, más que el parque y un buen rifle hace falta tener esta trinchera bien apertrechada, no de balas de plomo, sino de balas revolucionarias».

La fortaleza de la Revolución cubana llega hasta nuestros días porque los conceptos y lo principios que se han defendido pasan por ese modo de concebir la Patria, por el modo de conducta consecuente que han mostrado sus líderes con apego a la verdad,  a la equidad y a la justicia social. Con sentido de deber histórico, de responsabilidad ante la nación que gobiernan. Por la ética de su actuación.
Cuba llegó al 2015 con  la proximidad real del restablecimiento de las maltrechas relaciones diplomáticas inexistentes durante más de medio siglo con  el poderoso vecino del norte.
 En la primera página del informe emitido desde  la oficina oval de la Casa Blanca  inmediatamente después del anuncio oficial realizado públicamente por Barack Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre se dice en sus partes: “Hoy, Estados Unidos está tomando medidas históricas para trazar un nuevo rumbo en nuestras relaciones con Cuba… Está claro que las décadas de aislamiento de Cuba por parte de EE UU no consiguieron nuestro objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática…. su efecto ha sido prácticamente nulo: en la actualidad Cuba está gobernada por los hermanos Castro y el partido comunista, igual que en 1961… No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener resultados diferentes…. Hoy vamos a renovar nuestro liderazgo en el continente americano. Vamos a levar las anclas del pasado porque es necesario para alcanzar un futuro mejor: para nuestros intereses, para nuestros ciudadanos y para el pueblo cubano.
Entre líneas queda evidente que cambiaran el método pero buscarán alcanzar los mismos resultados. Llegó para ellos la hora de emplear sus soldados sin fusil. Habrá entonces que estar preparados para esa guerra que se nos hace a pensamiento y que el joven comandante de la revolución hace cincuenta y cinco años también visualizara: vendrá la paz, y con la paz la guerra peor.

José A. Buergo Rodríguez

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